Isidora Goyenechea (1835), vivió su infancia en Copiapó junto a su hermano Eleuterio y sus padres María de la Luz Gallo y Ramón Goyenechea, quien fue copropietario de “La Descubridora”, mina de plata ubicada en Chañarcillo.

Fue considerada una de las mujeres más ricas del mundo y una de las figuras más influyentes de Chile en el siglo XIX. Dirigió diversos negocios, especialmente en los sectores del vino y la minería, y se dedicó a establecer relaciones comerciales a nivel internacional, manteniendo una estrecha relación con Inglaterra.

Isidora Goyenechea contrajo matrimonio con Luis Cousiño, hijo de Matías Cousiño, quien había trabajado junto a Ramón Goyenechea en la mina de Chañarcillo. Isidora tuvo un rol protagónico en los negocios de su marido, iniciando la construcción del Palacio Cousiño de Lota y de su jardín, el actual Parque Isidora Cousiño. Los Cousiño Goyenechea emprendieron negocios en el sector ferroviario, formando la Compañía de Ferrocarriles del Sur.

En 1873, tras el deceso de su esposo el 19 de mayo, heredó una cuantiosa fortuna y asumió la responsabilidad de dirigir y administrar los negocios. Demostró gran capacidad de liderazgo y visión de futuro para mantener e incluso expandir el patrimonio familiar, en un contexto histórico en el que era poco común que las mujeres tuvieran un rol activo en asuntos tradicionalmente dominados por varones.

Dirigió la Compañía Explotadora de Lota y Coronel, el Terminal Portuario de Lota, y en el norte, las minas de plata de Chañarcillo. Asimismo, construyó la Central Hidroeléctrica de Chivilingo, la primera en Chile y la segunda en Sudamérica. En el área de la acuicultura fue la primera empresaria chilena en introducir huevos de salmón y en la industria del vino, en la viña Cousiño Macul, fabricó sus propias botellas, convirtiéndose en precursora en la exportación de vino embotellado en el país.

Goyenechea también se hizo cargo de la explotación de las minas de cobre y plata en Copiapó, marcando un importante aporte al desarrollo económico del país. Desde entonces, Copiapó se consolidó como un centro minero fundamental.

Durante la Guerra del Pacífico, Doña Isidora apoyó a Chile con su flota de ocho vapores, incluyendo el Matías Cousiño, que abastecía de carbón a la escuadra y transportaba tropas. Además, incrementó la producción de carbón para evitar daños por bloqueos extranjeros. Por su aporte, el gobierno la reconoció con la Medalla de Honor de la Guerra del Pacífico, pese a no haber combatido directamente.

Su rol social fue destacado y dirigió múltiples acciones humanitarias: prohibió el trabajo de niños menores de 12 años; creó el Pequeño Cottolengo para proteger a niños huérfanos; implementó hospitales; entregó casas sólidas con horno y artesas de lavado para sus trabajadores entre otras acciones. Es considerada como una de las pioneras en Responsabilidad Social Empresarial.

A su muerte en París en 1897, dejó parte de su fortuna para obras sociales, incluyendo la construcción de iglesias, hospitales, escuelas y un asilo para mineros discapacitados por accidentes laborales.

Isidora fue una persona progresista, filántropa y con gran conciencia social, marcando su quehacer y dejando una huella importante en la historia de Copiapó, Chile y el mundo.