Empresario minero y político, nació el 12 de febrero de 1830 en Copiapó. Fue una figura muy popular en su época y uno de los líderes del movimiento revolucionario que se alzó contra el gobierno conservador de Manuel Montt.

Hijo de Miguel Gallo Vergara, empresario minero de la plata de Chañarcillo, y de Candelaria Goyenechea y de la Sierra, perteneció a una de las familias más influyentes del norte chileno.

Comenzó sus estudios en el Colegio de la Merced de Copiapó y los continuó en el Instituto Nacional. A los 18 años, se incorporó a la Guardia Nacional como oficial. En ese contexto se produjo el motín militar del coronel Pedro Urriola, durante el cual León Gallo defendió al gobierno de Manuel Montt.

En 1852, regresó a Copiapó, dedicándose a los negocios familiares vinculados a la minería y dando así el primer paso en su carrera política al convertirse en regidor municipal. No obstante, un hecho marcaría un giro en su pensamiento y en su relación con el poder central.

El conflicto surgió cuando el jefe de policía, con apoyo del intendente, aplicó castigos públicos a dos gendarmes, pese a que la municipalidad los había prohibido. Gallo criticó duramente el hecho y propuso censurar al intendente; sin embargo, su moción no fue aprobada. Días después, fue suspendido y procesado por desacato, lo que marcó un quiebre político tanto a nivel personal como regional, transformándolo en un firme opositor al gobierno de Montt.

En 1859, fue quien encabezó la rebelión contra el presidente Montt, tomando el control de Copiapó con el apoyo de empresarios mineros que simpatizaban con su causa. Con el ejército que logró reunir, avanzó hacia Santiago y obtuvo un importante triunfo en la batalla de Los Loros, consolidando su papel como uno de los líderes más destacados de la insurrección liberal de ese año.

Derrotado en la batalla del Cerro Grande (29 de abril) de La Serena, se exilió en Argentina, Estados Unidos y luego en Europa. Regresó al país tras la amnistía dictada por el presidente José Joaquín Pérez Mascayano en 1863.

Durante la República Liberal, fue uno de los impulsores del Partido Radical, promoviendo ideas como la enseñanza laica, la descentralización administrativa y la libertad electoral. En 1863, fundó en Copiapó la primera Asamblea Radical y el periódico “El Constituyente”, desde donde defendió la reforma constitucional.

Fue diputado por Copiapó y Caldera entre 1864 y 1876, y más tarde senador por Atacama entre 1876 y 1882. Durante este periodo, participó en los Congresos Constituyentes de 1870 y 1873, orientados a reformar la Constitución de 1833.
En el Senado, se opuso al proyecto de colonización del desierto de Atacama (1876), manifestando su escepticismo ante la posibilidad de crear ciudades en aquella zona.
Falleció en Caldera el 16 de diciembre de 1877, mientras ejercía como senador.
En reconocimiento a su legado, la Ley N.º 20.616 (2012) autorizó la construcción de monumentos en su honor en Copiapó y Santiago, recordando su papel como uno de los fundadores del Partido Radical y figura clave del liberalismo en el siglo XIX chileno.