Por Daniel Llorente Viñales, presidente de CORPROA.
Una gran mayoría de chilenos expresó en las urnas que quería una nueva Constitución. Este tipo de cambio significa redactar un texto que perdure, que ayude a lograr desarrollo sostenible, crecimiento y felicidad para el país y sus habitantes. Lo que hemos visto -hasta ahora- del trabajo convencional está lejos de este escenario. Sin embargo, hemos recibido con esperanza el mensaje del Presidente Gabriel Boric, cuyo gobierno ha declarado su interés en dar certeza y estabilidad para incentivar las inversiones, particularmente en el sector minero, clave para nuestra región.
Anhelamos que estas buenas intenciones sean recogidas por la Convención Constitucional y se puedan enmendar desaciertos. Hace algunas semanas la Comisión de Medio Ambiente descartó una iniciativa sobre Minería Sustentable, de la que fuimos impulsores como CORPROA, a la vez que decidió aprobar otra norma que busca la estatización minera.
No salíamos de nuestro asombro, cuando la misma Comisión arremetió con otra moción que pone en jaque a la minería privada: la modificación del régimen de concesiones mineras, esto le propinaría un golpe letal a la certeza y estabilidad jurídica, atributos por los cuales Chile se destacó por años.
¿Y qué puede esperar Atacama en este contexto?
Por lo pronto, estamos frente a una economía regional inmovilizada a la espera de ver cómo se desencadena esta historia (dicho sea de paso, aún no tenemos Seremis sectoriales). Cabe preguntarse, entonces, si queremos hacer cambios tan radicales a la minería como los que se han venido discutiendo en la Convención Constitucional, o si optamos por potenciarla, para que sea cada vez más sustentable e incremente su aporte a nuestra región y al país.
Lo cierto es que en Atacama no podemos negarnos a la minería, su encadenamiento productivo está íntimamente ligado a diversas industrias que conviven en la región; es parte de nuestro ADN histórico, y, sin duda, de nuestro futuro. Por lo mismo, una vez más llamamos a la prudencia: el tema debe ser abordado con la mayor seriedad, convocando a los especialistas, considerando información técnica y mirando los buenos ejemplos y mejores prácticas de otros países mineros, que han avanzado en esta materia. Esperamos que al final de este camino, prime la cordura, la responsabilidad y el amor por Chile y su futuro.
Finalmente, no podemos obviar nuestra incertidumbre en el devenir de la región y de Chile en general, derivado del conflicto entre Rusia y Ucrania, que -de una manera u otra- redundará en efectos económicos que afectarán a Chile y su economía.